Presentación Vol. 40 n. 118 (2022) pp. 3-5

A 200 años de la consumación de la lucha de Independencia: una visión interdisciplinaria

Juan Carlos Casas García

Reflexionar, en la conmemoración de su bicentenario, sobre el complejo proceso de la consumación de la independencia de México, que marcó el nacimiento de nuestro país como nación, nos da la oportunidad de profundizar en los hechos concretos y sus protagonistas, precisar datos y corregir equívocos, así como de superar una concepción maniquea de nuestra historia, y comprender la complejidad del pasado y la pluralidad de maneras de analizarlo desde el presente. Por otro lado, es necesario apostar por un proceso de recuperación y reconciliación con nuestra memoria histórica, pues si se presenta y reflexiona sobre lo acaecido con la mayor objetividad, esto podría significar la superación de prejuicios históricos y de intereses ideológicos.

Nadie, por lo demás, puede negar la presencia y papel importante, con sus errores y aciertos, que ha desempeñado la Iglesia católica, entendida en su complejidad, incluidos todos sus miembros e instituciones, no exclusivamente la jerarquía, en este hecho histórico tan importante.

Este número de nuestra revista recoge algunos de los estudios presentados en un coloquio académico realizado con los objetivos mencionados, y convocado, entre otras instituciones, por el Departamento de Historia Eclesiástica de la Universidad Pontificia de México, y dedicado a la memoria del gran académico e historiador R. P. fray Roberto Jaramillo Escutia, recientemente fallecido, y quien fuera profesor durante veinticinco años, y rector de nuestra Universidad en el trienio 2003-2005.

El primer artículo, de Juvenal Jaramillo Magaña, pone en evidencia cómo la crisis provocada en todos los ámbitos de la vida novohispana por la guerra independentista, dio ocasión para que Jacinto Llanos y Valdés, prebendado de la catedral michoacana, poco estudiado, jugara un papel muy importante. Siendo un hombre caritativo, limosnero, con fama de santidad y conciliador, en este acercamiento a su figura se da cuenta de cómo logró la obediencia de miles de atumultuados en noviembre de 1810.

El artículo de Josep Escrig Rosa expone las controversias políticas en que se involucró el fraile carmelita, también poco conocido, Pedro de Santa Ana, durante la transición del virreinato de la Nueva España al Primer Imperio Mexicano, analizando su evolución ideológica hasta convertirse en un peculiar partidario de la causa emancipadora.

El estudio de Jaime Olveda analiza la conducta del obispo de Guadalajara, Juan Cruz Ruiz de Cabañas, durante la insurgencia, y cómo aquélla cambió a partir de que conociera, a través de Iturbide, el Plan de Iguala. El autor hace mención de la ayuda económica que el prelado brindó para sostener dicho Plan, y las instrucciones que dio a los párrocos de su diócesis, no obstante que haya sido el último de los altos funcionarios en jurar la independencia.

Jaime del Arenal analiza en su artículo el importante y trascendental caso del arzobispo de México, Pedro José de Fonte y Miravete, con relación a la fase final de la independencia, entre 1821 y 1823, cuando abandonó definitivamente su diócesis. Dicho análisis, afirma del Arenal, permite concluir que la posición de la Iglesia novohispana, de sus clérigos, autoridades e instituciones, así como el discurso manejado en favor de la independencia y de la religión católica, fueron mucho más complejos y variopintos de lo que hasta ahora se ha sostenido, tanto por la historiografía liberal, como por la conservadora.

Finalmente, el artículo de Joaquín E. Espinosa Aguirre hace un recuento de cómo la controversial figura de Agustín de Iturbide ha sido objeto de diversas interpretaciones y usos políticos a lo largo de doscientos años, pasando de ser un personaje admirable, por dirigir una «empresa eternamente memorable» (como reza el Acta de independencia), hasta convertirse en uno de los antihéroes más ignorados por la historia oficial.

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